Gobernar la Inteligencia Artificial para el Interés Público un Imperativo: Ético y Político
Santiago Carretero Sánchez
Profesor Titular de Filosofía del Derecho
Abogado del Ilustre Colegio de Madrid
La reciente publicación del Plan de Acción de Oportunidades de la Inteligencia Artificial en el Reino Unido por el primer ministro Keir Starmer ha reavivado el debate sobre el papel del Estado en el desarrollo y regulación de la IA. Este plan prevé una inversión multimillonaria en la capacidad del país en IA, con la expectativa de fomentar su uso en el sector público y mejorar la productividad a largo plazo. Sin embargo, como argumentan Mariana Mazzucato y Tommaso Valletti en su artículo publicado en El País, este enfoque plantea importantes desafíos en términos de gobernanza, equidad y regulación de monopolios tecnológicos, resumen de lo que se tiene que hacer.
La IA y el riesgo de concentración de poder
Uno de los principales problemas que enfrentan los gobiernos es la tendencia de la IA a reforzar dinámicas de monopolio. Empresas como Amazon, Google o Microsoft han logrado acaparar mercados clave, como la computación en la nube y la infraestructura de modelos de IA, lo que limita la competencia y el acceso equitativo a estas tecnologías. Ante este escenario, el Estado no puede limitarse a intervenir a posteriori, corrigiendo fallos de mercado, sino que debe actuar en las etapas iniciales del desarrollo de la IA.
La historia demuestra que cuando los gobiernos delegan el liderazgo tecnológico al sector privado sin una estrategia clara, terminan cediendo infraestructuras clave y permitiendo la consolidación de oligopolios. Un ejemplo es el caso de DeepMind, cuya compra por Google limitó su independencia y concentración en el Reino Unido.
El rol del Estado en el desarrollo de la IA
Para que la IA sea un instrumento de interés público, es necesario que los gobiernos adopten una estrategia activa en su desarrollo. Esto implica:
- Inversión en infraestructura pública de IA: La IA no puede depender únicamente de plataformas privadas. La creación de centros de computación en la nube públicos y accesibles es clave para democratizar su acceso.
- Regulación de monopolios tecnológicos: Es imprescindible evitar que grandes corporaciones dominen la IA sin controles adecuados.
- Fomento de la innovación abierta: Invertir en IA sin que los beneficios sean apropiados exclusivamente por el sector privado.
- Uso ético y equitativo de la IA en el sector público: La IA debe complementar, no sustituir, el talento humano en áreas como la salud, la educación y la justicia.
Conclusión
El debate sobre la gobernanza de la IA no es solo económico, sino profundamente político y ético. Permitir que el mercado regule la IA por sí mismo conlleva riesgos de desigualdad y concentración de poder. La intervención del Estado debe ser estratégica y anticipada, asegurando que la IA sirva al bien común y no únicamente a los intereses corporativos.
Si queremos que la inteligencia artificial contribuya a una sociedad más justa y equitativa, necesitamos un enfoque regulatorio sólido y un compromiso claro con el interés público.
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