Google y Nvidia trazan el nuevo rumbo de la ciencia con IA
Principales avances
Google y su equipo de científicos virtuales
La compañía ha desarrollado un conjunto de seis agentes de IA que trabajan en sinergia, formulando hipótesis, diseñando experimentos y validando resultados.
Su sistema denominado AI co-scientist ha identificado potenciales tratamientos para enfermedades como la leucemia y la fibrosis hepática.
En un ejemplo concreto, la IA logró en 48 horas el mismo hallazgo sobre resistencia bacteriana que investigadores del Imperial College habían desarrollado en una década.
Nvidia y Evo 2: descifrando la vida
Nvidia ha lanzado Evo 2, un sistema que comprende y analiza el código genético de todas las formas de vida conocidas.
Evo 2 es capaz de predecir mutaciones cancerígenas y diseñar secuencias genéticas sintéticas con una precisión sin precedentes.
Ambos avances se sustentan en el modelo de ciencia abierta, permitiendo que investigadores de todo el mundo accedan a estas herramientas y aceleren sus descubrimientos.
Relevancia y desafíos jurídicos
La incursión de las grandes tecnológicas en el ámbito de la investigación científica plantea cuestiones jurídicas de gran calado:
Propiedad intelectual y patentes: ¿Quién es el titular de los descubrimientos realizados por una IA? El marco normativo actual no contempla con claridad la posibilidad de que una inteligencia artificial genere conocimientos patentables.
Responsabilidad jurídica: Si una IA comete un error en un descubrimiento que conlleva consecuencias médicas adversas, ¿quién debe asumir la responsabilidad legal?
Ética y sesgos algorítmicos: La toma de decisiones autónoma por parte de la IA en la ciencia debe someterse a estrictos principios éticos para evitar sesgos y garantizar la objetividad de los descubrimientos.
La irrupción de Google y Nvidia en la investigación científica con IA representa una transformación radical en la generación del conocimiento. No obstante, este avance debe ir acompañado de un marco regulador sólido que garantice la ética, la transparencia y la seguridad en el uso de estas tecnologías. La comunidad jurídica deberá asumir el reto de adaptar las normativas a esta nueva realidad, asegurando que los beneficios de la inteligencia artificial se desarrollen dentro de los principios del derecho y la justicia.
Santiago Carretero Sánchez
Profesor Titular de Filosofía del Derecho
Abogado
Comentarios
Publicar un comentario