Reflexiones de un filósofo del Derecho sobre la independencia judicial (A propósito del artículo de Pablo Capel Dorado: "Conde-Pumpido llama legos a un montón de juristas)

 Reflexiones de un filósofo del Derecho sobre la independencia judicial

(A propósito del artículo de Pablo Capel Dorado: "Conde-Pumpido llama legos a un montón de juristas)

Por Santiago Carretero Sánchez
Profesor Titular de Filosofía del Derecho

La independencia judicial constituye un pilar esencial del Estado de Derecho, garantizando que las decisiones jurisdiccionales se adopten sin injerencias externas y conforme a la legalidad vigente. Sin embargo, recientes acontecimientos han suscitado un debate sobre la percepción y ejercicio de dicha independencia en nuestro sistema jurídico.

En su artículo publicado en Economist & Jurist, Pablo Capel Dorado critica el voto particular del magistrado del Tribunal Constitucional, Cándido Conde-Pumpido, en la sentencia que declaró inconstitucional el decreto regulador del primer estado de alarma. Capel señala que Conde-Pumpido descalifica a sus colegas al calificar la resolución mayoritaria como "más propia de un lego o de un jurista de salón que del máximo intérprete de la Constitución", cuestionando así la competencia jurídica de sus compañeros magistrados. Además, el magistrado argumenta que la sentencia "no resuelve, sino que crea un grave problema político, al desarmar al Estado contra las pandemias", sugiriendo que el Tribunal debería considerar las consecuencias políticas de sus decisiones.

 Estas afirmaciones plantean interrogantes sobre la concepción del rol del Tribunal Constitucional y la función de sus magistrados. Desde una perspectiva kelseniana, el Tribunal debe actuar como un órgano técnico y especializado, encargado de garantizar la supremacía de la Constitución mediante el control de constitucionalidad de las normas. La introducción de consideraciones políticas en las decisiones jurisdiccionales puede comprometer la objetividad y neutralidad que deben caracterizar al órgano de garantías constitucionales.

Por otro lado, el propio Conde-Pumpido ha defendido públicamente la independencia judicial y la necesidad de que los jueces y magistrados actúen sin presiones políticas ni económicas, recordando que "las leyes están para cumplirse" y que "el Estado de Derecho, el imperio de la ley y la división de poderes son más que principios, son los cimientos sobre los cuales construimos nuestra sociedad". Estas declaraciones resaltan la importancia de mantener la separación de poderes y la autonomía del Poder Judicial.

No obstante, la aparente contradicción entre las declaraciones públicas del magistrado y su voto particular en la mencionada sentencia genera preocupación en la comunidad jurídica. La coherencia entre el discurso y la práctica es fundamental para preservar la confianza en las instituciones judiciales y garantizar el respeto al principio de legalidad.

En conclusión, es imperativo que los miembros del Tribunal Constitucional y, en general, todos los operadores jurídicos, ejerzan sus funciones con estricto apego a la Constitución y las leyes, evitando que consideraciones políticas influyan en sus decisiones. Solo así se podrá asegurar la independencia judicial y, con ello, la vigencia efectiva del Estado de Derecho en nuestra sociedad. Es muy grave para un Estado de Derecho que el criterio político se equipare al Constitucional, exclusivamente jurídico, y se está a la espera de lo que este TC pueda resolver en la Ley de Amnistía, donde no debe pensar en las consecuencias políticas de su decisión, sino en la consecuencias jurídicas de la aplicación de una norma contraria a la Constitución como ya toda la comunidad jurídica en su conjunto, salvo excepciones interesadas, sostiene.

 

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