la IA CONTROLARÁ EL 99% DE LOS RECURSOS ECONÓMICOS: UN NUEVO CONTRATO SOCIAL HUMANOS Y MÁQUINAS

Santiago Carretero Sánchez

Profesor Titular de Filosofía del Derecho
Abogado


 En una reciente entrevista publicada el 12 de marzo de 2025 en El País, Jaime Sevilla, fundador de Epoch AI, analizó el vertiginoso avance de la inteligencia artificial (IA) y su potencial impacto en la sociedad. Sevilla anticipa que, en un futuro, la IA podría controlar hasta el 99% de los recursos económicos, lo que plantea desafíos significativos en términos de equidad y gobernanza. Estos datos resultan inquietantes y por supuesto, deben ser motivo de reflexión jurídica.

La prospectiva de Sevilla sugiere que las IA avanzadas podrían operar con una autonomía tal que les permitiría gestionar empresas sin intervención humana, debido a su eficiencia y capacidad para realizar tareas a un costo marginal menor que los humanos. Esta evolución tecnológica podría conducir a una concentración de recursos sin precedentes en manos de sistemas autónomos de IA, relegando a los humanos a una minoría económica, la cadena de la depedencia y paro: el futuro como peligro para la humanidad, el llamado progreso.

Desde una perspectiva jurídica, esta eventualidad plantea interrogantes sobre la titularidad y gestión de los recursos controlados por entidades no humanas. La ausencia de personalidad jurídica en las IA actuales implica que no pueden ser sujetos de derechos y obligaciones en el sentido tradicional. Sin embargo, su capacidad para operar de manera autónoma en el ámbito económico podría requerir una revaluación de conceptos legales fundamentales, como la responsabilidad, la capacidad contractual y la imputabilidad, esto centra de lleno al Humanismo tecnológico que preconizamos muchos.

Además, la posible marginación económica de los humanos podría exacerbar las desigualdades sociales, lo que demandaría la implementación de políticas públicas orientadas a la redistribución equitativa de la riqueza generada por la IA. Sevilla enfatiza la necesidad de establecer un "contrato social" que regule la coexistencia entre humanos y máquinas, garantizando que los avances tecnológicos beneficien a la sociedad en su conjunto y no solo a una élite tecnológica.

En conclusión, la visión de Jaime Sevilla invita a una reflexión profunda sobre las implicaciones legales y éticas del avance de la inteligencia artificial. Es imperativo que el marco jurídico evolucione en paralelo con la tecnología, asegurando que la integración de la IA en la economía global se realice de manera justa y sostenible, es preocupante y urgente ese pacto, pero los designios van por otros destinos las potencias, los dos imperios no creen que esto sea tema central mientras no existan revueltas internas entre ellos.

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