¿Nacimos para trabajar? Bill Gates, la inteligencia artificial y la redefinición de la función social del trabajo

 ¿Nacimos para trabajar? Bill Gates, la inteligencia artificial y la redefinición de la función social del trabajo


Santiago Carretero Sánchez
Profesor Titular de Filosofía del Derecho, Universidad Rey Juan Carlos


En una entrevista publicada el 12 de abril de 2025 en el diario AS, Bill Gates afirmó que “el ser humano no nació para trabajar”, en el contexto de una reflexión sobre los efectos a largo plazo de la inteligencia artificial (IA) en las estructuras económicas y sociales contemporáneas. Según el fundador de Microsoft, el trabajo ha sido históricamente una consecuencia de la escasez: una actividad necesaria para generar bienes, servicios y recursos esenciales. Sin embargo, el desarrollo acelerado de sistemas automatizados e inteligentes estaría encaminando a la humanidad hacia una era postproductiva, en la que la escasez dejaría de ser el principio organizador de la actividad humana.

Las declaraciones de Gates, lejos de ser provocativas, reactivan una cuestión central de la filosofía política y del Derecho del trabajo: ¿cuál es la función del trabajo en las sociedades modernas, y cómo debe configurarse jurídicamente cuando deja de ser una necesidad económica? El artículo 35 de la Constitución Española establece el derecho y el deber de trabajar, insertando el trabajo no solo como medio de subsistencia, sino también como vía de realización personal y de integración social. Esta visión está profundamente arraigada en el constitucionalismo social del siglo XX.

La inteligencia artificial, en su vertiente sustitutiva, interroga precisamente ese presupuesto. ¿Qué sentido tiene hablar de "derecho al trabajo" si el sistema productivo puede sostenerse con una aportación marginal del trabajo humano? ¿Cómo se preservan los derechos sociales cuando desaparece su correlato material (el salario, la contribución, el esfuerzo)? ¿Puede el Estado redefinir su función garantista en términos de renta básica universal, redistribución automatizada o propiedad colectiva de los beneficios de la IA?

Desde la teoría del Derecho, el desplazamiento del trabajo como eje vertebrador del orden normativo y económico obliga a revisar la noción misma de ciudadanía. El "tiempo libre", históricamente reservado a las élites, se universaliza como potencial derecho. En este escenario, conceptos como autonomía, ocupación del tiempo, reconocimiento, participación y distribución del valor adquieren centralidad, exigiendo nuevas herramientas normativas que articulen justicia sin basarse en la lógica productivista.

Las palabras de Gates no son, por tanto, una utopía descontextualizada, sino un desafío político-jurídico de primer orden: repensar el Derecho del trabajo, la función del Estado social y la legitimidad del nuevo contrato social en la era de la inteligencia artificial.

 

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