Entrada de cierre del año 2025 – Derecho e Inteligencia Artificial: Tránsito a lo desconocido y mayores caminos de incertidumbre



Entrada de cierre del año 2025 – Derecho e Inteligencia Artificial: Tránsito a lo desconocido y mayores caminos de incertidumbre 

Santiago Carretero Sánchez
Profesor Titular de Filosofía del Derecho de la Universidad Rey Juan Carlos

29 de diciembre de 2025

El año 2025 se despide con una constatación jurídica incuestionable: la inteligencia artificial ha dejado de ser un fenómeno meramente tecnológico para consolidarse como objeto central de regulación, litigiosidad y reflexión doctrinal. Si hubiera que elegir un hilo conductor para cerrar este año, ese sería el paso efectivo del Derecho de la IA desde la norma al cumplimiento.

Durante 2025 hemos asistido al inicio real de la aplicación escalonada del Reglamento europeo de Inteligencia Artificial (AI Act). Ya no hablamos de borradores, propuestas o principios programáticos, sino de obligaciones concretas, especialmente en materia de sistemas de alto riesgo, gobernanza algorítmica, documentación técnica y responsabilidad de los operadores jurídicos y económicos. El debate se ha desplazado —como era previsible— desde el “qué dice la norma” al “cómo se aplica” y, sobre todo, al “quién responde”.

Este año ha sido también el de la normalización del uso de sistemas de IA generativa en la práctica jurídica y universitaria, con una consecuencia directa: el Derecho se ha visto obligado a repensar categorías clásicas. Autoría, prueba, diligencia profesional, deberes de información, protección de datos y derechos de la personalidad han sido sometidos a tensión constante por herramientas que producen texto, imagen y decisión sin encajar plenamente en los esquemas tradicionales.

En el plano judicial y administrativo, 2025 ha confirmado una tendencia clara: la IA ya no es neutra a efectos jurídicos. Su uso —o su omisión— empieza a ser relevante para valorar conductas, responsabilidades y estándares de actuación. La pregunta jurídica ya no es solo si puede utilizarse IA, sino si era exigible hacerlo de otro modo, con mayores controles, explicaciones o garantías.

Desde una perspectiva docente, este año ha marcado un punto de no retorno. El Derecho de la IA ha dejado de ser un tema accesorio o transversal para convertirse en contenido estructural de la formación jurídica. No como asignatura aislada, sino como lente desde la que reinterpretar el Derecho civil, penal, administrativo y constitucional.

Cerrar 2025 es, por tanto, cerrar el año en el que el jurista ha tenido que asumir algo esencial: no basta con conocer la tecnología, ni con citar la norma; es imprescindible comprender los efectos jurídicos reales de sistemas que ya operan en la vida cotidiana. El reto para 2026 será profundizar en la aplicación práctica, en la jurisprudencia que empieza a perfilarse y en la construcción de criterios jurídicos sólidos frente a una tecnología que avanza más rápido que nuestras categorías.

Con esta reflexión se despide el año en el Blog de la IA y el Derecho. Un año de transición decisiva. El próximo exigirá aún más rigor, más pedagogía jurídica y, sobre todo, más Derecho. Hasta 2026.

 

 

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